Era un cumpleaños triste. Un día antes había
peleado con mi madre y me quitó todas las ganas de celebrar. Mi hermana mayor
se regresaba a España el mismo día de mi cumple, junto con mis dos sobrinos que
robaron mi corazón.
Con Lola hablo todos los días por teléfono, siempre
nos llamamos en las mañanas para darnos los buenos días y en las noches para
decirnos “hasta mañana, mi amor”.
Salvo cuando lola está asada, me dice “ya,
chau”, o sino le digo “te amo”, esperando que me diga “yo también”, pero ya
varias veces casi me quedo dormido esperando que me diga “yo también”.
El día previo a mi cumple me llamó lola
temprano a darme los buenos días, le conté de la bronca con mi mamá y me notó
tristón. A media mañana me dice q quiere invitarme a almorzar, lo pensé porque
no quería que se moleste viniendo de su casa, pero le dije que "ya", escogí chifa
dentro de las opciones que me dio, porque a ella también le gusta el chifa.
Ella llegó a las dos de la tarde a recogerme en su
auto. Sabiendo que mi plato favorito es el cebiche, me dijo en forma imperativa
“mejor Chifa otro día, hoy vamos a comer cebiche”.
-
Pero el chifa también me gusta, iba a pedir chancho con tamarindo, que es mi plato oriental favorito.
-
Sí, mi amor, pero te conozco, tú escoges eso porque sabes que me gusta
el chifa.
-
Si, pero a mí también, así disfrutamos los dos.
-
No, señor, hoy te invito cebiche.
Como me dijo tan seria y amorosa a la vez,
acepté sin dudas ni murmuraciones. Ya los minutos habían avanzado, pensé que
iba a quedar corto el tiempo para el almuerzo. Se hizo la que escoge un local
buenote, yo dije "está bien". Digo se hizo porque cuando llegamos sacó un
papelito que creo que fue una boleta y dijo “señorita, tengo un pedido
reservado”. Yo la miré encantado porque esa es una de las cosas que me gusta de
ella, que todo lo hace organizadamente, no como yo que soy un desastre para la
organización.
Trajeron una fuente enorme que contenía
cebiche, tiradito, chicharrón de pescado, arroz con mariscos, y otro que no
recuerdo. Eso con su litro de chicha morada heladita.
Disfruté a lo máximo el almuerzo, porque fue
una sorpresota para mí. Siempre me gusta cuando ella me cae y vamos a almorzar
comida charapa en un huarique que tenemos. Pero la fecha fue especial, se
trataba de mi cumpleaños y me quitó la melancolía de haberme peleado con mi
mamá.
Esa noche fui a mi casa saliendo del trabajo,
estuve con mi familia y con mis sobrinos que ya los extraño. Me acosté
temprano, escuchando la voz de lola siempre antes de dormir. En la mañana no
fui a trabajar, dan descanso en la oficina cuando uno está de onomástico.
En la mañana la llamé para darnos los buenos
días, yo quería que venga a mi casa a almorzar, aunque íbamos a estar
alborotados con las cosas de mi hermana y sus maletas. Ella me dijo:
-
“ñaño, mejor me despido de tu hermana por teléfono, porque ustedes van a
estar ocupados y yo sentadita ahí mientras hacen sus cosas, mejor no, voy a
interrumpir.
-
Corazón, tú nunca interrumpes, ven nomás.
-
Eso dices tú porque no eres el que tiene que alistar maletas, además, tienes que ayudar.
- ¿Qué voy a ayudar? si yo no tengo que arreglar nada.
-
Ay, ñaño, ustedes los hombres nunca saben nada, vas a ver que te van a necesitar.
-
Ok, corazón, entonces por teléfono te despides de mi hermana. En la noche voy a buscarte entonces,
para dar una vuelta por ahí, después de dejar a mi hermana en el aeropuerto.
-
Ven a mi casa, ñaño.
-
Pucha, mejor no, qué vergüenza ir a tu casa en mi cumpleaños, imagínate,
es como ir a decir acá estoy salúdenme. Qué vergüenza, corazón, mejor no.
-
Bueno, como quieras, pero en mi casa nadie sabe.
Ni bien bajé de mi cuarto a mi casa la mañana
de mí cumple, me saludaron todos y mi hermana la que viajaba me dijo, “míralo a
pedrito, por favor, mientras arreglo mis cosas”. Y así fue, toda la tarde
estuve ayudando mientras mi mamá preparaba comida peruana para que mi hermana
lleve, mi viejo en la calle haciendo cosas, mis dos hermanas trabajando, yo
ayudando toda la tarde.
DESPEDIDA
Fuimos al aeropuerto, la sobrina españolita
llorando porque no quería irse, se había acostumbrado acá con todos sus
incontables primos que conoció, y mi sobrino peruano llorando diciendo “tía
Raquel no te vayas, buaaaaaaa”. Eso y la pena a la hermana me hacían enrojecer
mis ojos.
¡¡¡SORPRESA SORPRESA!!!
-
Corazón, ya estoy en camino, llego en media hora.
-
¿Vienes a mi casa?
-
No, qué roche, mejor nos encontramos por ahí.
-
Ok, mi amor, quedamos.
Llegué a su casa, nos sentamos por ahí a
tomar chicha morada helada y comer gelatinas. Conversamos, le conté la
despedida, estaba tan cansado que quería un mueble casero para descansar en sus
piernas. Lola lo notó por eso me preguntó:
-
Estás cansado ¿no?
-
Sí, un poco.
-
Si quieres ir temprano a tu casa, anda nomás, mi amor.
-
Más tarde, corazón, es mi cumpleaños y quiero pasar parte de este día
contigo.
-
Ya, pero sí me vas a ir a dejar a mi casa, ¿no?
- Pero qué pregunta. Obvio, corazón, no quiero que tu mami te vea llegar sola, va a pensar
que te dejo en la puerta y no entro a saludarla.
-
Sí, mi ñaño, ta bueno.
- Oie, pero si en tu casa nadie sabe, mejor vamos a descansar, estamos
sentados en tu mueble viendo tele o solo descansando.
-
Vale- me dijo sonriendo, imitando a mi sobrinita española.
Avanzamos unas cuadras más a manera de
caminar y de retorno a su casa, faltando pocas cuadras, cogió su celular y
llamó a su mami. Mamá, ya, ¿bajó Yohaira del consultorio? No sé qué le dijo su
mami pero ella siguió “Ok, gracias, así quedamos”.
Llegando a su casa escuché varias voces, era
su familia en el comedor de cocina que da a la ventana de la calle. Entramos y le dije "voy
a la cocina a saludar a todos".
-
No, ñaño, acá nomás en el mueble (era su sala), no sé qué hacen ahí
adentro, mejor esperamos que salgan para que saludes. Horita vengo, voy al
baño.
-
Ok, ñaña, te espero acá.
Entré, inocentemente esperé y de pronto las
luces se apagaron. Primero pensé que ella apagó el foco para que si alguien pase
por ahí no se dé cuenta que yo estoy.
De pronto escucho como un ruido como las
luces de bengala en navidad, y veo por un espejo que se abre la puerta de la
cocina, el sonido eran de unas velas mágicas que arrojaban luces tipo volcán, en
una deliciosa torta de chocolate.
Ya estaba más claro que caldo de asilo, la
loca de lola me tenía mi sorpresa con la mayoría de su familia. Me paré, los vi
a todos sonrientes y contentos que empezaron a cantarme el Happy Birthay.
Sensible como soy, mis ojos se humedecieron rápido.
Me paré al lado de Lola, acomodé mis brazos
de tal manera que con mis manos disimuladamente trataba de limpiarme la lágrima
que me caía por la mejilla.
Lola agarraba la torta y me miraba directo a
los ojos con esa sonrisa que siempre me gustó desde la primera vez que la vi.
Creo que se reía de mis lágrimas.
Fue verdaderamente emocionante. Ha sido una de
las noches más felices de mi vida al ver que la mujer que amo me haya preparado
una sorpresota de ese tamaño, junto con sus papis, hermana, cuñado, su prima y
sobrinos. Me ametrallaron con ese cotillón que arroja espuma y tiras, se rieron
de mis ojos rojos, dijeron que gracias a mí comerían torta, bromas a por
doquier.
Todos en la mesa comiendo torta de chocolate
hecha por ella y su mami y, como saben que adoro el mango, para mi sorpresa
estaba rellena de pulpa del delicioso mango cosechado en la chacra de su tía de
Huaral. La mamá de Lola, siempre amorosa, siempre me invita fruta picada y trata de darme comida
a escondidas de Lola que me para controlando mi sobre peso que tengo.
Un champán delicioso siguió a la limonada
heladita que tanto me gusta, y la emoción me dura hasta horita que escribo
estas líneas, recordando aquel beso de ella al decirme después de la sorpresa "feliz cumpleaños, mi amor".
Verdaderamente fue un FELIZ CUMPLEAÑOS.
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