martes, 28 de agosto de 2012

Aniversario en Markahuasi


Con Lola en el mayor atractivo de Marcahuasi
¿Cena romántica para celebrar nuestro quinto mes de pareja y octavo desde el primer beso?, No, mejor salgamos de la ciudad, vamos lejos del tráfico y el smog. ¡Vamos a la aventura!

-Corazón, y si vamos fuera de Lima a pasar nuestro aniversario? porque nuestro día cae lunes, y si salimos a cenar estuviéramos a las justas con a hora.

-Sale vale, mejor salimos de Lima- me dijo ella.

-Ok, hay que ver a dónde.

-¡Ya sé! ¡Vamos a Markahuasi, ¡yo no conozco!- me dijo con un entusiasmo contagioso.

-Hecho, vamos a Markahuasi, corazón. Será divino celebrar nuestro aniversario caminando por esas montañas, a 4 mil metros de altura.

Sábado no pudimos ir por diversas razones. Así que el viernes que fui a su casa enumeramos los implementos, sentados en su mueble frente al televisor.

-A ver, corazón- le dije -empecemos de arriba para abajo. Necesitaremos gorro o sombrero, porque el sol es infernal, lentes de sol con protección UV, bloqueador solar, mantequilla de cacao para los labios, polo manga larga para que no queme el sol, bastones que lo hacemos con ramas, zapatillas con cocada. ¿De acuerdo, corazón?... ¿corazón?... Ya pues, corazón, deja de mirar la tele y hagamos esto.

-je je je, sorry, es que me distraje. Ya, sigamos.

Y armamos más implementos como linterna, las cosas para comer, etc. Ella llevaría el termo con café, yo el desayuno que me pidió, también tamales, humitas, abrigo por si acaso, la infaltable cámara de fotos, etc.

LA SALIDA
Llegué a su casa a las 3 a.m. de sábado para domingo, cargamos el termo con el café, sacamos las naranjas que nos iban a refrescar en la caminata, los chifles que preparó la noche anterior para ir comiendo en el camino, caramelos de limón, etc. todo lo cargamos a un carro antiguo que tiene su papá, del cual no se quieren deshacer porque dicen que es el más fiel y el más guerrero en los viajes que siempre realizan por las alturas del Perú, como el Callejón de Huaylas, la serranía de Lima, etc.

-Hora de salida, corazón, 3:05 de la mañana. Vamos a ver qué hora llegamos- le dije mientras ella, como siempre, seria al volante. Al principio de la relación le reclamaba porqué no me presta atención cuando le hablaba mientras manejaba. Luego, cuando me enseñaba a manejar, yo era el serio frente al volante y prestaba atención a toda la pista, hasta a la vereda. Ahí le comprendí por qué casi no me hacía caso a las cosas que hablaba mientras manejo.

Una vez le conté una leyenda de Huascarán y el Huandoy, sobre el origen de los nombres de esos nevados. Al final le dije “¿qué te pareció?”. Pero me contestó “Mi amor, discúlpame pero como hay tráfico terrible acá en la Javier Prado, presté atención a la pista. Mejor me cuentas en tu casa, ¿ya?”. Etcétera.

Salimos tres de la mañana. Llegando a Santa Eulalia a las 4am. Bajamos a revisar llantas, radiador, todo. Sube nomás, mi amor, todo está bien, me dijo ella toda linda.

Una vez que llegamos a la plaza de armas de Santa Eulalia, saqué los mapas. Desde acá la ruta era desconocida para nosotros. Yo había ido tres veces a Markahuasi pero siempre de día y en coaster, por eso nunca presté atención a la ruta.

Mapa en mano iniciamos la pista desconocida. Minutos más tarde llegamos a una hidroeléctrica.

-Corazón, esta debe ser la central de Barba Blanca, tal como dice este mapa (el que tenía en manos).

-Ok, mi amor, ¿luego qué viene?

El carrito guerrero
-Según mi medición, a diez kilómetros debe estar la otra central hidroeléctrica, la de Huinco. De ahí ya empezará la subida en pendiente pronunciada.

-¿Así… y quién la pronunció?, me dijo riéndose, haciéndome las bromas que yo siempre hago.

No hay viaje más lindo que ir solos con la persona que amas. Vas riéndote, conversando, contándote anécdotas, vivencias de tu familia y las de ella. Claro, siempre y cuando no sea en la avenida Javier Prado en hora punta, sino no te hacen caso.

Más anécdotas nuevas de cada familia, de cuando ella era chiquita y lloraba con el medio de su boca pegadito y los extremos abiertos, haciendo así una figura de 8 en horizontal. La historia de sus perros y mi perro Killer, cada tantos minutos le ponía un caramelo de limón en la boca porque estaba con las dos manos en el timón.

Al llegar a Huinco paramos un rato en la subida, la luna de esa noche nos iluminó la represa, todo un espectáculo. Un abrazote fuerte con un beso apasionado hizo más lindo el viaje. Hicimos pichi y subimos de nuevo al carro guerrero y trepador que se portaba de maravilla.

PISTA FEA
-Francamente pensé que exagerabas cuando me dijiste que el camino era horrible- me dijo Lola.

-Sí, es sorprendente cómo no hacen nada por este atractivo que bien pudiera ser denominado el Machu Picchu de Lima.

-Es igual de fea que la subida a unas lagunas que queda más al fondo que Llanganuco- sentenció.

Eran las 5 de la mañana. La radio ya no captaba emisoras y seguimos conversando, saltando en cada bache. Al pasar por el túnel a unos kilómetros de Huinco vimos murciélagos volando, asustados por la luz de los faros. Las subidas son horribles, hay algunas de 45 grados, no exagero.

Fueron tantas cosas que conversamos sin aburrirnos. Nos reímos por las bromas que le hacía o me hacía.

POR FIN AMANECIÓ
-Ya está aclarando- dijo toda sonriente.
-Sí, corazón, Y ojalá un día estemos en Marcahuasi de noche y en plena Luna llena, es impresionante ver esas gigantes esculturas alumbradas en plena noche.
-Sí, tenemos que hacer varios viajes, me gusta esto.
-Es excelente. Los viajes como que nos unen más. Es una especia de convivencia creo, nos conocemos más.
-Conocemos los olores, jajaja- se rió ella.

Pasamos el Puente Autisha, desde donde hacen puenting. Los primeros buses inter provinciales ya empezaban a salir y nos daban pase o viceversa. Hasta que por fin, según el mapa impreso, estábamos a menos de diez curvas en subida.

Cuando fueron las 6:45 llegamos al pueblo San Pedro de Casta. Está ubicado a una altura de 3100 msnm. La gente es recontra buena y acogedora. Pero también te dicen un precio de lo que venden y no te rebajan ni un céntimo. Sin embargo, te pueden invitar lo que está a su alcance, con toda la voluntad del mundo.
Miré alrededor y en la plaza de armas había botellas rotas, hombres con olor a licor pasaban por nuestro lado saludándonos sonrientes. Solo vimos una pareja de limeños, los reconocimos por llevar zapatillas de trekking y mochilas.

Conforme lo sospeché, no encontramos caballos. El día anterior había sido de celebración con carrera hípica y dejaron descansar a sus caballos, les dieron feriado y permiso para que vayan a pastar por los cerros del frente.

Otro abrazote en la plaza, cafecito caliente a los 3100 msnm con desayuno traído de casa mejoró la mañana. Yo hacía hora, entré al baño, me hacía el que buscaba cosas, todo con la esperanza que abra la oficina de turismo que durante una hora nos decían “horita abre, horita abre”.

Don Héctor con Lola
Resignado y asustado por lo que me esperaba, le dije a mi Lola “vamos nomás en carro hasta cierta parte. Llevemos un guía”. Así conocimos a don Héctor, un hombre de 64 años, soltero y sin hijos y sin dientes adelante. Estaba sano porque, según nos contó, tiene una enfermedad a los nervios y no puede tomar alcohol.

FAUNA EN EL CAMINO. 
El zorrito en el camino
Tuvimos suerte. Subiendo don Héctor me dijo:

-¡Mira, un zorro, tómale foto, apuraaaaaa!

 -Ay, tú siempre te demoras con la cámara, me dijo lola mientras que yo me apuraba en sacarla de la funda.

Por fin enfoqué y flash!! Logré sacar dos tomas, una donde el zorrito mira a mi lente, y otra lo capturé en el aire.

-Estos zorros son vivísimos- seguía don Héctor –Acaso comen cualquier ovejita… Se comen las más gorditas, las que ya están para nuestra olla, nos ganan en escoger.

Ya en Markahuasi logramos ver un cóndor en el vuelo majestuoso, dando vueltas en curva, unos lo mirábamos boca abierta, otros enfocaban con su lente de la cámara.

AIRE, AIRE, FALTA EL AIRE
Para acá, Lola, le dijo don Héctor. Hay que dejar tu carro acá nomás a medio camino, no te preocupes que la gente acá es otra calidad, no roba, no le pasará nada a tu carro. Lola me miró media desconfiada y le dije que deje nomás, la gente acá con seguridad no roba. Y así dejamos su carro, esperándonos en la carretera como perro fiel.

Faltaba pulmón y corazón de repuesto
A los 20 minutos de subida el corazón ya estaba a mil por hora. Faltaba el aire, la fatiga era insoportable. “Vamos, mi amor, si tú ya viniste antes”, me decía lola. “Sí vine, pero cada que vengo siento morir”, le dije.

Tras innumerables curvas, todas en subida, llegamos a una pampa. Es la parte más plana, pero de ahí empieza la última trepada a un cerro parado que tenemos que subir zigzagueándolo. Esa última subida sí que es una odisea. El aire te falta, sientes desfallecer, los dos parábamos cada 10 minutos. La altura comienza a chocar y te puede dar soroche.

Si hubiera ido solo, mandaba todo al diablo y me regresaba. Pero no quería matar la ilusión de Lola, ella no conocía y quería hacerlo. Así que saqué fuerzas de no sé dónde y llegamos. Ella llegó primero que yo. En la puerta del anfiteatro nos tomamos fotos, por fin estábamos en la salita que Marcahuasi recibe a sus visitantes.

En el camino don Héctor nos enseñó cosas que no conocía como la silla del semi dios que no recuerdo el nombre, pero cada que le molestan hace que llueva y envía rayos. Así que mejor con Lola no nos sentamos en esa silla, no vaya ser que el semi dios me envíe una ola de frío y me quedo petrificado ahí.

Yo no creo en esas cosas pero don Héctor sí creía. Total, Markahuasi es un lugar tan precioso que merece todo el respeto. Está ubicado a 4 mil metros de altura. Los que quieren ir sin pasarla mal, necesitan preparación física. Pero yo recomiendo ir nomás, la aventura consiste en exigir al cuerpo y a la mente más de lo que puede dar. Por eso Markahuasi es aventura.

MONUMENTO A LA HUMANIDAD
Como era fácil de suponer, en el anfiteatro nos encontramos con otro grupo. Todos le dimos una propina a don Héctor para que nos guie al Monumento de la Humanidad. Una piedra que de diferente ángulo tiene varios rostros, de diferentes razas humanas. Es una roca de más o menos 20 metros de altura.

Marcahuasi es un lugar enigmático. Unos dicen que esas formaciones es producto de la erosión. Otros aseguran que fue la mano del hombre, que una cultura de otro continente vino escapando del gran diluvio (quizás del arca de  Noé). Y si fue la erosión, ¿es tanta la casualidad que todos los rostros miren al occidente, es decir al mar? Don Héctor dice que antes vivían gigantes ahí. A lo mejor fueron de la raza de Goliat, el gigante vencido por David en la Biblia. A lo mejor fueron simples mortales que en verdad escaparon del diluvio, o fueron los que vinieron a América por el estrecho de Bering, tal como dice la teoría inmigracionista del origen del hombre americano.

Creo que fue eso, porque en Marcahuasi hay figuras del León africano, el elefante, el camello, el soldado persa (un rostro semi árabe que no es de raza inca), la mujer negra cargando a su hijo, es decir, hay animales que el inca no vio. La mujer negra no existía en épocas incaicas, según tengo entendido. Eso hace pensar que sí fue la mano del hombre la que labró las figuras en esas rocas gigantescas.

CAMINATA EN LA CIMA 
En la cima, sobre los 4 mil msnm en Markahuasi
Tras una pausa de media hora en el anfiteatro, continuamos la marcha. Subimos a la parte alta, rumbo a las chulpas que, según don Héctor, fueron saqueadas por Daniel Ruzo y su gente. Nos enseñó las famosas chulpas de dos pisos, las lagunas, más formaciones rocosas. Finalmente llegamos al mayor atractivo de la meseta, el gran Monumento a la Humanidad. Todos le tomaban fotos de varios ángulos. Mirándolo de atrás, a su lado derecho está la mujer negra cargando su bebe a la espalda, al izquierdo la mano de Dios y el lagarto durmiendo. Arriba más rostros humanos, todos mirando en dirección al mar.

Más nos admirábamos, más renegaba don Héctor con Daniel Ruzo. Frente a ese monumento, en una roca común, estaban sentados una peruana, una francesa y un español. La peruana decía que no cree en la mano del hombre, sino en la erosión. La francesa igualito. El que dudaba era el español, que según nos contó, durante los siete años que vivió en Lima ha visitado Markahuasi más de 100 veces, y dice q volverá de nuevo porque le falta convencerse de algunas cosas. Y también sabía del robo que hizo Daniel Ruzo.

Antes de emprender la bajada escuchamos la última renegada de nuestro guía: “Yo era joven cuando veía a Daniel Ruzo quedarse por semanas en Marcahuasi y llevarse a lomo de mula varias cosas que sacaba de acá, con el tiempo ya aprendí que eran artesanía, huacos y momias lo que Ruzo se llevaba. Y lo último que supe fue que esas piezas se encuentran en un lugar de México y no sé por qué el gobierno no hace nada por pedirlas, así como pidieron los objetos de Machu Picchu”.

LA BAJADA
Siempre da pena salir de lugares bonitos. Al mirar una vez más al Monumento a la Humanidad le dije hasta luego, sé que volveré. Agarrados de la mano, empezamos la bajada con Lola, ella duda si volverá porque es muy cansado. Lo mismo dije yo la primera vez y ya son cuatro veces que estuve allí.

Llegamos nuevamente a San Pedro de Casta, nos comimos un lomo saltado que las papas faltaban freír. Descansamos en el auto y de retorno a Lima. Antes de llegar a Chosica cómanse un helado de frutas en Santa  Eulalia, ¡el de pacay es buenote!

Recomiendo pasar un día de aventura en lugar de cena romántica con la pareja. Creo que es mejor el trekking romántico para celebrar un mes más, un año más, o una celebración porque sí. 

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